sábado, 6 de junio de 2015
A PROPÓSITO DE FUGAS
Y FUGITIVOS
Martín Belaunde estuvo cerca de
lograr huir de Bolivia con destino a Brasil. Buscaba refugio e impunidad para
sus delitos, pero unas llamadas a periodistas para dejar un aviso no muy
cifrado a su antiguo entorno, lo delataron. Sus socios locales ya casi respiraban
tranquilos y un arsenal de políticos y opinadores interesados llegaron a la
sabia conclusión que Evo Morales, presidente del país altiplánico, estaba
coludido con Ollanta Humala para ayudarlo a evadir la justicia peruana e impedir
de esta manera, pueda el prófugo decir algunas verdades demoledoras para la
pareja presidencial.
La sospecha se fundaba en la
cercanía política e ideológica del otrora candidato del 2006. Pero los tiempos
y la suerte cambió para Humala. La policía boliviana capturó rápidamente al
fugitivo y lo entregó al Perú en un santiamén. Evo Morales, evidentemente
mortificado, puso especial interés en esta captura, algo que en nuestro país es
casi una quimera. Clase política, poder judicial, ministerio público, policía,
todos corruptos. Los delincuentes se mueven como peces en el agua. Es por eso
que a Orellana lo capturaron en Colombia, Belaunde en Bolivia, y Oropeza, el
mafioso vinculado a algunos líderes apristas, ni su sombra. Lo mismo con el
sentenciado Lelio Balarezo Young, presidente de Capeco y segundo vicepresidente
de la Confiep.
Pero hay otros fugitivos ilustres
que gozan de buena salud. Y los que superan cualquier récord mundial son los de
la banda de facinerosos del fujimorismo. Éstos ya llevan quince años sin poder
ser sometidos a juicio. Aproximadamente 90 son los prófugos, entre los cuales
hay familiares directos del sentenciado Alberto Fujimori, colaboradores muy
cercanos, empresarios y otros pícaros más. Las hermanas Rosa y Juana, el cuñado
Victor Aritomi, el hermano Pedro, la sobrina Myrian Aritomi, todos se pusieron
a buen recaudo cuando el dictador renuncio cobardemente por fax.
Del mismo modo que éstos bribones
buscaron destinos de los cuales la justicia nacional no los pueda traer y
procesarlos. Nuestra patria también se convirtió, gracias a don Alan García, en
refugio de dos ex ministros bolivianos del gobierno de Gonzalo Sánchez de
Lozada, acusados de genocidio. La corte boliviana los acusó por la muerte de 67
personas justo antes de su derrocamiento. Hasta hoy el gobierno peruano no ha
hecho nada por regresarlos a su país. Y en tanto vamos haciendo ejercicio de la
memoria, se descubre que Nadine Heredia, tuvo el desparpajo de gastar
aproximadamente 38,000 revolucionarios dólares, donados para organizar un
partido que defendería a los más pobres, gastados en banalidades. Como dice César Hildebrant: no es la cantidad del gasto, sino la calidad
de persona que revelan esas compras.
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