miércoles, 21 de abril de 2010
LOS DEMONIOS POLÍTICOS DEL CARDENAL
Juan Luis Cipriani nuestro ilustrísimo Cardenal gracias al poder del Opus Dei, acaba de deslizar en una emisora capitalina un curiosísimo planteamiento. Y es que el debate central en estas elecciones municipales, con clara alusión a las metropolitanas, no debe ser entre la decencia política y la corrupción, tal como lo propugnara audazmente la casi candidata Lourdes Nano, sino que lo primordial es escuchar las plataformas u ofertas de cada aspirante.
Lo sorprendente de esa inquietud pastoral que intenta esquivar un debate crucial para el país, radica en que no lo plantea el mismo interesado Alex Kouri candidato al sillón limeño y que, con mucha certeza, va a salir machacado de esta cuestión por sus componendas con la dupla Montesinos-Fujimori registrados en más de veinte vladivideos y por sus entuertos presentes con el gobierno aprista, si no el más alto representante de la Iglesia Católica, el mismo que debería ser uno de los primeros en exigir una pizca de moralidad y decencia en la política nacional.
Lamentablemente para él la moral, como lo fueron los derechos humanos de campesinos quechuahablantes (léase una cojudez) es un terreno difuso en la que no existe manera humana de delimitar entre quién es moral y quién no lo es. Por ello debatir políticamente sobre esto sería como huevear.
Lo que sostiene no es un desliz ni un impromptus, tiene una clara vocación por la figura gris de Alex Kouri. Tenemos entonces que escuchar sus propuestas ya que de ello depende el progreso de Lima sin interesar para nada su honestidad, es decir, no importa si roba con tal que hagan obra. Vergonzoso aforismo que llevó a su clímax Fujimori con su banda de malhechores y que ahora este pastor pretende perpetuar como una manera infame de envilecer más la política y la conciencia ciudadana.
“Lo contrario de ser moralmente imbécil es tener conciencia” afirma Savater, para mala suerte de Cipriani y su candidato fujimorista hay más peruanos interesados en debatir sobre la decencia de los políticos. Desalentados estamos con tanto sinvergüenza. Mejor sería que verse sobre lo suyo y diga algo sobre las víctimas de los curas pedófilos cuyas denuncias acallaron suspicazmente los dos últimos papas y por el que mantiene un deplorable silencio.
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DOS VECES GARCÍA