sábado, 21 de marzo de 2015

OJO AL PIOJO Y A LOS PILLOS

Esta democracia nuestra no descansa. Ni descansará. Aún no asimilamos la reciente elección a presidentes regionales y alcaldes, cuando los arcángeles adivinos de las encuestadoras ya están recordándonos que nuestro martirio no culmina. Las elecciones generales se avecinan, y debemos ir alistándonos para asimilar dosis diarias de embustes. Obviamente, como dice el argot militar, sin novedades en el frente. Están en el partidor los mismos pillos de siempre. Cada uno con sus cifras y un abultado fardo promesas listas para repartir.

Y como siempre, los resultados de este frenesí patriótico son patéticos. Acabamos de ser testigos con estupor como el reelecto alcalde limeño, prepotente y estúpido (a diferencia del imbécil que dice lo que no debe decir, el estúpido cuyo déficit es social, no lógico, por eso razona aparentemente correcto a primera vista, eso lo hace muy peligroso porque no le basta con equivocarse, lo proclama para que todos lo oigan y se convenzan), convertido en el rey del cemento, borra hermosos murales de las paredes capitalinas arguyendo un pretexto desmentido inmediatamente por la Unesco.  Sepulta la iniciada reforma del transporte para cumplir con sus socios propietarios de las líneas de transporte que han convertido a Lima en un estercolero intransitable e irrespirable.

Cajamarca tuvo lo suyo reeligiendo al ex presidente regional Goyo Santos, detenido por sus malas artes con las finanzas públicas. Esto impidió que asuma el cargo por otro periodo más. Y en nuestra Chota, el circo empezó antes que se instalen los nuevos mandamases de la rapiña. Alcalde y teniente alcalde enfrascados en una turbia discusión por los cargos de confianza. Cargos depositados en los mismos vivazos de siempre. Es decir, los camaradas de patria roja están armando y desarmando una revolucionaria pendeja. Explicable, son revolucionarios con pedigrí. Expertos ellos. Todo por el codiciado billete.


Ahora se anuncian las generales. Los mismos ladrones, estafadores y vividores de siempre. Malaya suerte la nuestra. Los que deberían estar presos por pillos y algunos por criminales, aparecen orondos, inmaculados a darnos lecciones de moral y patriotismo, cuando lo único que hicieron es enmierdar al país y a sus ciudadanos. Todo un honor. Pero como siempre afirmamos, estos señorones y señoronas se zurran en nosotros porque nos ven como una piara de boludos obsecuentes, fáciles de comprar con una promesa o una dádiva. Ojo al piojo. También a estos pillos. De nosotros depende.