sábado, 25 de febrero de 2012


Tres fueron los puntos importantes en los que basó su campaña electoral el otrora candidato Humala: lucha contra la corrupción, seguridad ciudadana y defensa de los recursos naturales. Estas tres promesas han sido quebrantadas olímpicamente y sin recato alguno por el presidente que tenía la obligación moral de ser el nuevo líder de una nueva nación. El cinismo político o “gatopardismo” en la que hay que cambiar para que toda siga igual ha alcanzado con este presidente su mejor expresión.
Tal como los presidentes anteriores, en la que la lucha contra la corrupción no dejó de ser una injuriosa parafernalia, en la actualidad, como en la novela el “Gatopardo” de Giuseppe Tomasi di Lampedusa sólo se cambió de discurso para que la corrupción siga igual. Se dejan pasar las malas artes con pasmosa lenidad. No hay una política anticorrupción. Ningún desfalcador del estado está preso. Los procesados se libran de las sentencias. El congreso sigue siendo el refugio de numerosos pillos. Y el festín del robo continúa.
La seguridad ciudadana es otra de las promesas que ameritan el premio a la deshonestidad. Con bombos y platillos proclamaron en agosto del año pasado la instalación del famoso Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana que tenía como objetivo la lucha contra la criminalidad. El único resultado manifiesto hasta ahora es que la criminalidad ha aumentado sin descanso volviéndose incontrolable para policía, inmanejable para el poder judicial y para la ciudadanía un vivir al borde del abismo. El narcotráfico está pujante, los extorsionadores han blanqueado sus negocios, el sicariato atraviesa un gran momento y los muertos en Trujillo y Chiclayo son pan caliente.
Pero es en la defensa de los recursos naturales, obsequiados y rematados para ser explotados feudalmente por trasnacionales “modernas”, donde reconocemos el verdadero rostro embustero de Humala. Su discurso por la defensa del agua sólo fue eso: un discurso electoral. Su postura frente al conflicto de Conga aspirada a ser explotada a tajo abierto por la minera más irresponsable: Yanacocha, lo desnudó. No puede haber inclusión social sin consulta ni licencia social para que las tierras de los más pobres sean entregadas impunemente a capitales que no les interesa la salud de la tierra ni el hambre de los despojados. 

sábado, 11 de febrero de 2012


EL Movimiento por la Amnistía General y Derechos Fundamentales (MOVADEF) tiene definida su estrategia. O buscar su inscripción como partido formal y lograr espacios políticos importantes que le permita difundir su ideología y captar más simpatizantes. O, tal como sucedió, ser rechazada su participación formal y dejar sentado que este sistema, que rechaza la violencia, no los deja participar pacíficamente bajo las reglas establecidas. Entonces se preguntarían en voz alta ¿Qué desean?
Lamentablemente esta democracia es tan inmadura e imperfecta que no tiene, como el MOVADEF,  clara sus reglas ni sólidos sus objetivos. La disyuntiva es elemental pero el razonamiento profuso. Este movimiento es un organismo de fachada de Sendero Luminoso, por lo tanto violentista y anti sistema que quiere aprovecharse de sus debilidades para petardearlo y a partir de allí ejercer su visión particular de la política. Ergo denegarle su participación legal en una opción legítima de la democracia.
Por otro lado podríamos aseverar que aceptarlos formalmente en nuestra vida política sería una posibilidad de llevarlos a un fecundo debate ideológico y político de esclarecimiento. Así no nos ruborizaríamos cuando a los jóvenes les preguntan por Abimael y sus crímenes y ellos muestran desconocimiento y desinterés. También de evitar victimizarse al alegar haber sido marginados y obligados a continuar petardeando la aparente calma nacional. No nos sorprenderíamos hipócritamente cuando vemos en la televisión  salir a chicos enarbolando los principios del MOVADEF.
El tema es complejo y el sistema débil y secuestrado como diría Saramago. Si este movimiento, extensión legal de Sendero Luminoso es un peligro, también lo son los grupos de poder económico quienes se han apropiado de la democracia y el estado como empresas suyas. Estos señores representados por DBA (derecha bruta y achorada) y sus canales de televisión, periódicos y otros medios implementan campañas infames para demoler a quienes, dentro de las reglas democráticas, quieran fraguar un poco de justicia social. Corrompen el alma nacional sin escrúpulos. Y si no lo logran, poseen otros mecanismos no menos inmorales para continuar en el poder y torcer voluntades. Lo de Ollanta es un exquisito ejemplo.
Al MOVADEF casi le da lo mismo estar fuera o dentro del sistema formal.  Ellos van a seguir haciendo política a su particular estilo. Lo han hecho por mucho tiempo sin perturbarse. Y el pedir amnistía general para todos los asesinos como una forma de reconciliación, es unirse al otro extremo de la tenaza. El fujimorismo y los militares implicados en crímenes de lesa humanidad que también lo claman a gritos. Coincidentemente, todos ellos hicieron del país un colosal tanatorio y ahora quieren olvido. Recordemos que las masacres más cobardes contra peruanos indefensos esencialmente quechua hablantes lo realizaron las huestes de Abimael Guzmán y las Fuerzas Armadas que deberían irónicamente defenderlos.  
                                                

      Lucanamarca y Putis cara y sello de una misma tragedia.