sábado, 27 de noviembre de 2010


El triunfo de movimientos de izquierda como el de Gregorio Santos por el MAS para el gobierno Regional de Cajamarca, el de Coco Acurio por el nacionalismo en el Cuzco y la de Susana Villarán por FS para la Municipalidad de Lima, son quizás los triunfos más representativos de nuestra variopinta izquierda, sin mencionar a otros tantos que han vencido de igual manera en listas independientes.

Sin embargo este significativo avance en materia electoral no está siendo interpretado adecuadamente por los líderes de cada agrupación. Es posible que en cada victoria tenga que ver mucho el arrastre personal del candidato antes que la pujanza del partido al que representan, pero es innegable que hay un mensaje clarísimo del electorado: una respuesta entre intuitiva y política (aunque la derecha se desgarre por negarlo) contra el statu quo establecido.

Lo lamentable es que, a pesar del evidente progreso y la expectativa popular, los dirigentes de izquierda una vez más sean incapaces de articular una alianza que permita apuntalar un vasto movimiento que defienda desde diferentes frentes la vida, la naturaleza y la esperanza. Subyace muchas veces en ellos una carencia de calidad política y prima el egocentrismo y la cultura absurda de defender la micro parcela ideológica y el cupo partidario. ¿Y el movimiento social que se vanaglorian de encarnar?

El MNI disipado entre algunos sindicatos y organizaciones campesinas, más interesado en mantenerse allí con una espuria presencia entumecida, pasa casi desapercibido electoralmente. El triunfo de Goyo Santos lo ha sacado casi de un ostracismo suicida.

El nacionalismo con Humala anda más apurado en limpiarse de la malhadada estigmatización derechista de ser el subalterno de Chávez, un izquierdista recalcitrante y por lo tanto un peligro inminente para el esplendoroso crecimiento del país. En este afán de entibiarse trata de ubicarse más al centro renunciando casi explícitamente a su propuesta inicial. Pirueta boba la de hacer lo que los neoliberales dictaminan porque sólo lo está alejando de una amplia masa electoral que creyó en él.

Fuerza Social atrapado en la duda existencial: o afirmarse dentro de la izquierda o convertirse en una fórmula entre izquierdista-centrista y algo pro sistema. El alquimista para este gatuperio: nuevamente la derecha que desde antes de las elecciones le pusieron la agenda con maniobras de demolición con el prurito de ser “izquierdista peligrosa” por sus aliados. Fue tan feroz la arremetida, que aún hoy, después del triunfo, todavía les queda el susto y la resaca de la nauseabunda campaña de aniquilación.

Esperamos que los dirigentes de esta amplia izquierda peruana recapaciten y se sientan con la madurés que les ha dando tantos años de vida política, por la memoria de sus mártires que soñaron con una patria diferente, por la vida de nuestros niños que son el futuro y por la ilusión de una patria que sólo ansía a ser más y mejor pero con justicia y paz social.

lunes, 1 de noviembre de 2010

El inesperado triunfo municipal de Susana Villarán en la capital, abre, aunque muchos pretendan negarlo, un nuevo escenario, diferente e inseguro hacia a las elecciones presidenciales del 2011. No obstante la lectura de las encuestas que van marcando desde hace mucho tiempo un rumbo casi determinado. Escribo no obstante, porque fue la misma Susana la encargada de arrasar todos los presupuestos estadísticos con su trote final.

Lo que habría de preguntarse es que si el voto por la ganadora ¿fue un voto anti sistema o consistió un voto anti Lourdes, asolapado y vengador de los seguidores de Kouri?, ¿es la izquierda la ganadora de esta elección? ¿ha sido la derecha derrotada en su más fuerte y representativo bastión, Lima?

De todo un poco. Susana impregnó un estilo a pesar de la inmundicia periodística, y quiérase o no, simboliza una alternativa que no es la sistémica. Ella no se representa así sola. Quienes la eligieron unos lo hicieron para vengarse de Lourdes por guillotinar a su líder, otras por género, y una gran masa porque la identificaron como la antípoda del statu quo y que se sienten burlados por un modelo que nos ha hablado de chorreo, de crecimiento durante años y que, como dijo Gustavo Gutiérrez, llueve al revés, hacia arriba, para los ricos. Entonces ha sido un golpe de gong con reverberación nacional.

Y es justamente este descontento manifiesto cuando tenían cantado el triunfo, el que entrevé un complicado panorama electoral para todos, en un país en el que nada está dicho hasta la víspera de la elección misma. Aún siendo los candidatos más fuertes representantes axiomáticos del liberalismo más soberbio e inhumano, temen que aparezca, de entre la bruma de los pobres segundones, el análogo de Susana que pueda aguarles la fiesta y el miedo cunda.

Miedo comprensible porque saben que han implementado un modelo cuya economía se mantiene en azul hacia afuera y en rojo hacia adentro. Depredadora con nuestros recursos llevándose miles de millones al exterior y dejando un sencillo para el país. Un modelo que no consulta, aplica. Que no conversa, dispara. Que no le importa el hombre, sino las cifras y las estadísticas para agradar a la banca mundial.

Ahora lo que le queda a la nueva alcaldesa es mantenerse firme con sus propuestas, no dejarse pasar la mano después de tanta afrenta, y menos aún, permitir que la derecha le ponga la agenda: con quién debe gobernar, qué le está permitido hacer, que debe desaforar a los maestros sindicalistas que la apoyaron, que aliados le conviene o no tener, etc. Si ella cede en estas pretensiones maniqueas de la derecha su elección habrá sido un fiasco y una oportunidad más despilfarrada.