sábado, 12 de junio de 2010

A un año de los atroces sucesos ocurridos en Bagua (donde murieron 23 policías y 11 civiles) en una carnicería estúpida y absolutamente evitable, pareciera que el ejecutivo y toda la clase política nacional es incapaz de comprender los hechos, apreciar sus colosales errores y sacar las lecciones que puedan sortear en el futuro nuevos enfrentamientos fratricidas.

El primer y macro error del gobierno es su política económica y su discapacidad política y sociológica para entender a estas culturas milenarias que viven en una vigorosa armonía con la naturaleza, esta visión excluyente hace mirarlas como obstáculos para el “moderno desarrollo” del país. La primera lección sería entonces: para gobernar sabiamente es un imperativo conocer el Perú, sus pueblos diversos y hasta disímiles, su riqueza histórica y cultural, sus costumbres y su cosmogonía que difiere mucho de los vecinos del Tablero de Pizarro.

El segundo error, sobre la base del primero, fue dictar una ley que afectaba directamente a todos los habitantes del bosque selvático, con la pretensión non tan sancta de subastarla a los mercaderes de la destrucción ecológica. Lección: las leyes deben ser consultadas con los involucrados y con mayor obligación con aquellos totalmente ignorados y que no son representados por ningún partido ni movimiento político.

El tercer error es no haber evaluado juiciosamente la protesta de los afectados contra la ley de marras y su capacidad de resistencia frente la indiferencia estatal. Alucinar un complot nacional-chavista para deslegitimizar el reclamo. La lección entonces: hay que saber escuchar a los gobernados, con paciencia, sin vilipendiarlos ni ningunearlos. Saber ceder dejando la arrogancia para el club.

El cuarto y terrible error es haber ordenado el violento desalojo en la Curva del Diablo ocupada por miles de nativos aguarunas y huambisas sin prever las consecuencias. Lección: debieron atender a los protagonistas del conflicto que allí estaban, al comando policial y los Apus que horas antes ya habían pactado una tregua que evitaba una sangría inmisericorde y no decidir desde la comodidad de un escritorio con una absoluta ignorancia de los acontecimientos.

El quinto error es no buscar la verdad. Sin persecuciones de humildes peruanos, sin cerrar emisoras, sin conclusiones conocidas de antemano, sin el desamparo de los caídos, sin olvido. La lección entonces es buscar la verdad y mirar su rostro lleno de sangre y de indolencia con aquellos peruanos que sólo ha buscado vivir en paz en medio de su bosque y de la marginalidad.

La majadería de un ejecutivo subyugado por un TLC desigual con los EE.UU.y el cortejo de un parlamento casi inservible condujo minuto a minuto a un desenlace inexcusable. Crónica de una desgracia anunciada. ¿Por qué se promovió una ley tan conflictiva? ¿Por qué el parlamento se comportó de manera tan irresponsable? ¿Quién dio la orden de desalojar por la fuera a los nativos? Finalmente ¿quiénes son las víctimas en toda esta trama llena de olvidos?

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