sábado, 18 de diciembre de 2010



Ante la perorata pertinaz del presidente en el que, gracias a su talento, el Perú se ha transformado en un modelo de desarrollo plausible de exportación y fastidiados por la descomunal campaña publicitaria que ha implementado para convencernos, algunas preguntas son necesarias.

¿Sabe el mandatario cuántos padres pierden a sus hijos de la manera más brutal: calcinados casi a diario atrapados entre las llamas y la pobreza de sus chozas porque no cuentan con luz eléctrica, agua ni otros servicios elementales?

¿Se ha interesado en averiguar la cifra exorbitante de niños que no tienen acceso a la escuela, aquellos otros que se retiran del proceso educativo por la misma razón: la pobreza, que en nuestro país hace la increíble suma diez millones de olvidados?

¿Y aquellos que van a los hospitales por su tan difundido SIS y no son atendidos porque el programa está irónicamente desfinanciado?

¿Cuántos son, señor presidente, los peruanos asesinados en las puertas de sus casas y las calles por las bandas incontrolables de delincuentes que usted con su mutismo e inacción ha permitido que proliferen a tal punto que vamos rumbo a una mexicanización de la violencia?

¿Y el narcotráfico, ha disminuido un ápice siquiera, o como las cifras lo delatan, hacen pingües negocios, financian campañas políticas, se infiltran en todos los estamentos del estado, aumentan su frontera agrícola cocalera, implementan vendettas, compran la justicia o la intimidan, recuerda que a fines de los setenta Ud. defendió al conocido narco Florencio Tupiño García en cuyo expediente consta su sello?

¿Cuántos son los millones de dólares robados al país por la corrupción tan disimulada por Ud., corrupción y pobreza moral nuestros mayores males, petroaudios, Cofopri, licitaciones ministeriales arregladas. Después de todo la plata llega sola no señor presidente, según sus propias palabras, a cuánto asciende su primoroso patrimonio?

¿Y los muertos por la represión a campesinos e indígenas que defienden el agua, sus tierras y sus bosques de la destrucción, los mismos que usted entrega gratuitamente a las trasnacionales sin consultarlos, y los policías que también son víctimas en esta insania fratricida cebada por su gobierno?

¿Sabe usted que este boom de inversiones y el auge minero, tal como ya nos sucedió en el pasado con el caucho y el guano, son transitorios, cuando empiezan a agotarse los recursos se marchan con gigantescas ganancias dejando atrás un país igual de pobre, devastado ecológicamente y lleno de conflictos?

¿El Perú avanza? Claro que avanza en la apropiación de nuestros mercados por capitales foráneos. Avanza en el latrocinio de nuestros recursos por el tipo predilecto de industria extractiva que su modelo ha implementado. Avanza también la devastación de los bosques y la contaminación de las aguas. Avanza la violencia, el desorden y la indiferencia. Y fundamentalmente avanza la corrupción señor presidente y la desesperanza, y usted con su antipática incontinencia verbal.





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