viernes, 10 de agosto de 2012
LA OTRA MARCA PERÚ
La delegación peruana
participante de los Juegos Olímpicos de Verano Londres 2012 regresó sin ningún
lauro. Salvo un atisbo de entusiasmo que nos hacía soñar, todo resultó de la
manera que se presagiaba. Sólo la figura estremecedora y casi desfalleciente de
nuestra maratonista Inés Melchor ingresando con 5 minutos y 47 segundos después
de la campeona Tiki Gelana en el puesto vigésimo quinto rompiendo el récord
sudamericano, nos emocionó tanto que el esfuerzo que hizo para llegar a la meta
vale para los peruanos más que cualquier presea.
Es cierto, no trajeron medallas.
Pero como lograrlas en un país donde el apoyo al deporte es ridículo y hasta
injurioso. En el que no hay una política establecida y una planificación para
potenciarlo como en algunos vecinos nuestros cuyos procesos empezaron hace años
y los resultados saltan a la vista en esta contienda que está por culminar. En
un país carente de infraestructura para entrenar y en donde se privilegia el
sostén y el engreimiento al fútbol, que además es rentado y corrupto y que tan
tristes logros posee.
Veamos algunos datos de la página
oficial de las olimpiadas: Chile participa con 35 atletas, Ecuador con 36,
Venezuela con 70, Uruguay con 33, Colombia 108, Argentina 137. Algunos de ellos
ya subieron al podio para ser premiados como es el caso de Colombia con una
participación sobresaliente. Nosotros con apenas 17 participantes. Un país con
30 millones de habitantes, abundante en talentos que se desaprovechan y que se
jacta además de ser el de mayor crecimiento económico durante la última década.
¿Cómo podrán digerir nuestros niños y jóvenes este metafísico intríngulis?
No hay nada que reclamarles a
nuestros atletas. Sólo aplaudirlos de pie y reivindicar su sacrificio. Muchos
de ellos entrenando y sobreviviendo con sus magros recursos personales, otros
con escaso apoyo y ambos mendigando implementos. Sin centros de alto
rendimiento que les permitan mejorar sus marcas, carentes de convenios con otros
países potencia para que los alberguen y entrenen adecuadamente. Esta
lamentable crónica con nuestros deportistas se repite ignominiosamente con
nuestros ajedrecistas que son campeones indiscutibles, y que para viajar a
representarnos, conseguir los pasajes se ha convertido en todo un drama.
Somos un país en donde el estado históricamente
da suficientes muestras de repudiar la ciencia, de ignorar a la educación como
un proyecto redentor y al deporte de someterlo a un ultraje permanente. Mientras
mantenga esta política de indolencia con los niños, la juventud y con los
sueños de todo un pueblo, viviremos con la eterna entelequia de ser ganadores y
el castigo real de ser el patito feo de las competencias en esta parte del
mundo. En tanto nuestros deportistas no cuenten con lo básico digno para
entrenar y vivir, mantendremos esa desventurada otra Marca Perú de la
derrota en las competencias porque sus logros serán exiguos, aunque enormes por
el esfuerzo y el corazón que le ponen en cada participación.
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