sábado, 16 de agosto de 2014
VIENTRES DE ALQUILER Y LLUVIA DE MILLONES
Fue el régimen corrupto de Alberto Fujimori
el que instauró, con bombos y platillos el fin de la partidocracia tradicional
y la entelequia de su nuevo orden salvador. E inauguró la deplorable usanza de
subastar los cupos de las candidaturas de sus camaleónicos frentes para cada
ocasión electoral. El principio era básico y sin cuestionamientos, el que
aportaba más dinero (sin importar el origen de éste) se ubicaba en el lugar
preferencial de la lista. Luego, un total e indiscutible sometimiento a la
organización. Es decir, disciplina y silencio con la corrupción. Lo demás era
el gasto desenfrenado.
Esta pésima práctica fue inmediatamente
aprendida y aprovechada por otras organizaciones que encontraron en este
delincuencial dispositivo, una manera sencilla de hacerse de recursos
económicos. Ahora, cualquier hijo de vecino con cierta fortuna, bien o mal
habida, y que aspire a ser alcalde, presidente regional o parlamentario, sólo busca
quién le ofrezca la mejor opción. Ningún principio, ideológico, político o
ético los asemeja. Sólo el metal contante y sonante los une. Aprovechan la
famélica organización partidaria, la ausencia de democracia interna y la falta
de cuadros políticos. Estos candidatos mercachifles son la zafia expresión de
un sistema electoral y político en decadencia. El popular Tongo ejemplifica de
manera magistral este fenómeno: “Yo voy a
ser candidato, y estoy en conversaciones con varios partidos, pero no digo sus
nombres para que no se molesten”. Suficiente.
En Chota este hecho se reproduce de manera
patética. El MAS, frente electoral de Patria Roja, sirve ahora de vientre de
alquiler de muchos candidatos, cuyo incierto mérito es haber tenido negociados
oscuros con el gobierno regional y alardear del dinero sucio repartido en la
campaña. Dache Ticlla, su candidato al municipio chotano, es el paradigma del
despilfarro obsceno. Lluvia de millones (no sus millones, mientras no explique el
origen de su sorprendente fortuna), castillos, trochas carrozables, fiestas,
obsequios, etc. Un carnaval al más puro estilo de los narcos colombianos en su apogeo.
Y con el beneplácito de los insignes
dirigentes izquierdistas y casi, digo, casi revolucionarios. Así de desastrosa
es la realidad que supera la acritud de la burla.
Con su candidatura prostituida por el dinero
repartido, con un partido de izquierda podrido por el mismo peculio, una prensa
que calla para no quedarse sin las tandas publicitarias y con una población deshonrada
pero que recibe dichosa las dádivas, cómplice de esta degradación moral, es
posible que Dache Ticlla sea, lamentablemente, el próximo alcalde en Chota. Y
como siempre, en la primera oportunidad que se le presente abandonara el
vientre de alquiler, incumplirá sus promesas y se dedicará a robar para reembolsar
todo el dinero que le fue dado para comprar votos y conciencias. Si gana, Chota
lo tiene merecido. Así de simple. Pero ya no mintamos a nuestros hijos con la arenga
que somos un pueblo heroico, culto y grande. Reconozcámoslo, apenas somos una
mentira que vamos construyendo y proclamamos para esconder nuestras cobardías.
Somos la mala sombra de un pasado grandioso que ignoramos.
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