sábado, 21 de agosto de 2010

En el fondo el bucólico pueblo de Kañaris
Fue una visión de ensueño. Después de casi diez horas de caminar por nuevos paisajes por fin frente a nosotros el hermoso pueblo de Kañaris. Sus pequeñas calles cada una con sus casas pintadas a dos colores que lo diferencian de las demás. Las mujeres típica y pretenciosamente vestidas con una gama de colores y por supuesto quechua hablantes. Habíamos ingresado a una cápsula de tiempo en territorio lambayecano.

Esta andanza la proyectamos con mucha anticipación. Por placer, por costumbre (con Perico Vera nuestro espíritu errante lo hemos puesto a prueba durante casi toda nuestra vida) y por huir también de toda esa bazofia política electoral que enerva la paciencia. Perico Vera, Fernando Vera su hijo, Fernando Gonzales mi sobrino, Lennin Coronado y yo partimos del Puente San Lorenzo una tarde con algunas referencias y mucho entusiasmo hasta Kañaris, luego a Incahuasi sin sospechar las gratas sorpresas que nos llevaríamos.
Incahuasinos frente a su municipalidad

En kañaris permanecimos pocas horas y luego de almorzar enrumbamos hasta Mamajpampa, allí pernoctamos en la posta de salud construida por una minera que está presta a llevarse el cobre de las punas y contaminar el suelo y las aguas. La minera inclusive les dejó una antena parabólica para televisión aún a sabiendas que el pequeño poblado a más de 3000 msnm no tiene luz eléctrica. Ironías, casi igual a las frazadas destinadas al friaje que la enfermera no podía repartir porque esperaba la orden de Chiclayo, es decir la llegada “providencial” de algún burócrata o candidato oficial para endulzar el circo electoral.

El trayecto de Mamajpampa hasta Marayhuaca y luego a Incahuasi fue el más sufrido y disfrutado. Doce horas y media de caminata, fascinación y libertad, esa libertad arrebatada en las ciudades por la urgencia de sobrevivir. Toda la belleza soledosa del páramo a nuestro libre albedrío para degustarlo y fotografiarlo. Desde el bosque relicto hasta el frío penetrante de la puna a más de 4000 msnm.
Campesinos chotanos de Andanga - Miracosta
rumbo a Incahuasi

En Incahuasi comprobamos el parentesco de estos dos pueblos milenarios pero también sus diferencias. En su vestimenta llena de fosforescencias, en su peculiar quechua, explicable tal vez por su origen. Mientras los Incahuasinos son herederos de los mitimaes incas, los kañarenses son originarios de Cuenca-Ecuador.

En ambos pueblos son las mujeres las que mantienen vivas las costumbres, ellas elegantemente vestidas a su usanza histórica, casi sin haber modificado nada, en tanto los hombres ya han cambiado el sombrero por el gorro e incorporado otras prendas. Nos sorprendió también encontrarnos con dos campesinos chotanos naturales de Andanga- Miracosta quechua hablantes que por razones de distancia hacen sus compras en Incahuasi.

Cuatro días enteramente vividos en todos sus extremos en un mundo fascinante y olvidado, Una cultura viva que necesita un estatus especial para gobernarse, mantenerse y protegerse de la devastación de la globalización y la política criolla que ha empezado a dividirlos y enemistarlos.

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