sábado, 21 de mayo de 2011
Isabel Allende en su novela Retrato en Sephia afirma que “Nadie con dos dedos de frente admite un infidelidad”. El pecado del desahuciado vocero fujimorista Jorge Trelles, con algo más de dos dedos de frente, en un arranque de espantosa lucidez o incomparable cinismo, es haber aceptado sin pudor que durante el gobierno de Alberto Fujimori no sólo hubo corrupción, si no que también se asesinaron a peruanos inocentes.
Corrupción y muerte. Dos siameses imprescindibles que la existencia de uno garantiza el cabal funcionamiento del otro y viceversa. Esta macabra dialéctica de lo insólito tuvo su origen en otros dos legendarios siameses inseparables que desafiaron a la ciencia, a la moral y al país: Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Muerte y corrupción, uña y pezuña. Y viceversa.
Y lo dijo con tal desparpajo, frío y sonriente (porque según sus cifran eran menos los muertos que en otros gobiernos) sin mostrar el más mínimo remordimiento ni consideración por las víctimas y por sus familiares. Más parecía estuviera cómodamente disertando sobre la experiencia criminal de su gobierno ante un auditorio de sátrapas jubilados y no en la televisión cuya audiencia ha quedado perpleja por tanto cinismo.
Esta declaración de parte sólo confirma lo que el país y el mundo saben. Cruel verdad que obstinadamente la heredera Keiko Fujimori ha negado como una estratagema para afirmar que la sentencia a su padre ha sido injusta, impulsada por móviles políticos, por los organismos de Derechos Humanos y revalidada por la Comisión de la Verdad.
La admisión de los crímenes por parte de uno de los líderes más connotados de la mafia desnuda la entraña patibularia de la dictadura. Su política sistemática de aniquilamiento y robo, la protección impúdica de los autores materiales de los asesinatos con leyes que les perdonaban los delitos. Proyectos de ley inspirados en el SIN, ordenado el mero trámite por Fujimori y la pantomima de la aprobación bajo la venia de hoy candidato a la vice presidencia de Fuerza 2011 Jaime Yoshiyama.
Desnudado su flanco más controversial, el fujimorismo tuvo que desembarcar sobre la marcha al deslenguado vocero, evitando así un mayor escándalo que comprometa con un tema tan sensible la carrera presidencial de Keiko. Jugando en pared la prensa promotora de su candidatura ha minimizado el hecho, como si fuera una confesión menor, casi sin importancia. Tan igual como en los años aquellos cuando los dueños de los canales, emisoras y diarios pasaban por la salita del SIN a recibir su salario por un titular unos y por toda su línea editorial otros. Había tarifa para todo.
Jorge Trelles ha cometido, recordamos nuevamente a Isabel Allende, una infidelidad atroz contra la mafia. Confesión esperada aunque tardía por la salud moral del país, por la memoria de los asesinados, por los más de 6 mil millones de dólares robados a erario nacional. También por nuestros jóvenes a quienes intentan inventarles un país de hadas haciéndoles creer que el pasado no existe y por nosotros, testigos de sus robos y crímenes, que pretenden sumirnos en un amnesia colectiva ayudados por aquellos medios de prensa que reclaman, curiosamente, voz en cuello, la intangibilidad de la libertad de expresión.
La dupla de la corrupción y la muerte.
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sábado, 14 de mayo de 2011
¿Es posible que un hombre al que admiramos por su valentía porque enfrentó al dictador Fujimori y su adlátere Montesinos tras el golpe de estado del año 92. El que testimonió contra la dupla por los asesinatos de la Cantuta y Barrios Altos y otros actos de corrupción, como el mismo lo afirma en el programa Prensa Libre emitido el 06 abril del 2009, sin explicación valedera y contra todo sentido común decida apoyar a la hija del dictador que lo vilipendió?
¿Acaso San Román, elegido vicepresidente en el año 90 junto a Fujimorí, olvidó que éste lo trató como un personaje de segunda y luego del cachiporrazo se deshizo del él sin ningún empacho. Olvida que Montesinos se mofaba de su torpeza para cortar el salame que degustaban y que además, para seguir denigrándolo, lo consideraban un inculto?
¿Olvidó también que él fue uno de los más tenaces acusadores de los crímenes que perpetró la dictadura con el grupo Colina, el que denunció el escandaloso robo al erario nacional. Al mismo que judicializaron para silenciarlo?
¿Cómo es posible, trato de entender, que ahora en un giro vertiginoso afirme que Keiko, la heredera dela mafia, no es igual a su padre y no lo representa? Es ciego el señor San Román, o no quiere ver que la caterva de ladrones que apoyaron al sátrapa está rodeando y dirigiendo a la hija. No ve la televisión, no lee los diarios o no escucha los noticieros radiales como para darse cuenta que la prensa ha retornado a su faceta más vil de la década de la infamia.
¿Cuál es su argumento, el bien del país, la estabilidad económica, evitar el riesgo dictatorial con Humala? ¿No es exactamente esto que dice defender lo que su candidata representa y lo que hizo su padre mientras era la primera dama?
¿No sabemos señor San Román si la honestidad y valentía con que denunció las tropelías de Fujimori están aún presentes en su candoroso y patético apoyo a la hija, o será con la mala leche con la que acusó a Toledo de gobernar drogado. Qué explicación les dará algún día a su hijos y nietos ante una gambeta tan inexplicable que acaba de inventar para asombro del país y satisfacción de Kuczynski?
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sábado, 7 de mayo de 2011
Los medios en su hora más lóbrega. Si durante la dictadura vendieron su línea editorial por los millones de dólares que la camarita del SIN registró para la historia. Ahora lo hacen motu proprio y gracias a la solvente billetera de las empresas mineras.
Este plan de aniquilamiento del candidato Ollanta Humala, el que ha ofrecido, entre otras cosas, cobrar impuestos a las sobre ganancias mineras, se inició despidiendo a ciertos periodistas acusados de humanizar al nacionalista y de no dejarse presionar por los dueños para unirse a su falaz comparsa, hasta luego vetarle (está por confirmar) un spot televisivo como en los años gloriosos de la mafia.
Lo curiosos de todo esto es que son estos medios los que le exigen al candidato mesura, respeto a la democracia, no patear el tablero, etc. Y es exactamente lo que ha venido haciendo, corregir verbalmente su programa, suavizar su discurso, firmar promesas, negar acusaciones y frenar miedos intencionados. Sin embargo, no les basta, hay que asesinarlo políticamente porque, por algún designio económico, no le creen. Así de sencillo.
¿Entonces cómo creerle a la candidata Fujimori sobre su pesar por los delitos de su padre, que no indultará a éste después de haberlo afirmado en un mitin que si lo haría, que no volverán a las andadas y asaltarán nuevamente al estado, y que no cerrarían un congreso que les puede ser complejo e inmanejable si todos los que acompañaron al dictador están en torno a ella? Revisemos la historia reciente y hallaremos la respuesta.
¿Cómo entonces apelar a la democracia como el logro máximo por la que exigimos respeto, si un grupo de empresarios mediáticos la vulneran y la estropean rompiendo los equilibrios que deben sustentarla? Una cosa es su opción política, comprensible y necesaria, y otra es usar el poder que ostentan como un arma para ultimar a un opositor político.
Lo más peligroso es que la impunidad e intolerancia con la que actúan estos grupos editoriales con sus periodistas navaja en mano, van a desatar, por la impotencia que sienten, la intolerancia de los afectados y luego, como siempre, tendremos titulares llamándolos violentistas, pro senderistas, ya lo sabíamos, y otras canalladas más.
Si el eje de una democracia es la libertad de expresión, una prensa pluralista y ecuánime, lo que están haciendo estos señores con sus medios va a contrario sensu de los principios que exigen a otros respetar y que ellos, poderosos y soberbios siempre, pisotean y les resbala lo que piensen y opinen los demás. Si esto es sólo la antesala, imaginemos nomás como sería una vez instalada en palacio si ganara la candidata Fujimori. Advertidos estamos.
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