viernes, 27 de mayo de 2011

Las sucesivas adhesiones de intelectuales peruanos a la candidatura de Ollanta Humala, deben generar en la representante de la corrupción keiko Fujimori, un enfado inequívoco y una pica comprensible.

Aparte del apoyo de un eventual Hernando de Soto especialista en asesorías turbias a dictaduras como a la fundación de los familiares de Muammar Gadaffi y otras satrapías orientales, sólo tiene en su regazo a lo peor del régimen de su padre: ladrones, defensores de los violadores de los derechos humanos, sentenciados, otros por sentenciar y la prensa mafiosa de siempre.

Quizás estas adhesiones y comunicados suscritos por Vargas Llosa y Bryce Echenique nuestros mayores escritores vivos, Santiago Roncagliolo y Daniel Alarcón, los jóvenes más promisorios, no le generen a Humala un vendaval de votos, pero si es posible que sirva para que los jóvenes y otros sectores importantes del país, confundidos por la toxicidad de la prensa fujimorista, puedan reflexionar del equívoco paso que podemos dar con un retorno a la política del saqueo y las catacumbas de los noventa.

"Los escritores que firmamos esta carta venimos de lugares muy distintos del espectro político peruano y tenemos ideas divergentes sobre cómo debería ser el manejo económico y social del Perú. Creemos, sin embargo, en el valor de la libertad, el rechazo a la criminalidad y a la violencia de estado, la defensa del orden legal y el respeto a los derechos humanos" dice el firmado por decenas de nuestros mejores literatos.

“En consecuencia, votaremos y llamamos a todos los sectores democráticos a votar por Ollanta Humala, con una mentalidad independiente, crítica y abierta al diálogo. No queremos volver al pasado. El futuro nos espera”. Firman este otro comunicado desde el extranjero Eduardo Gonzales Viaña, Isaac Goldemberg y una lista de prestigiosos intelectuales.

Y como dice el refrán “dime con quién andas y te diré quien eres”, la señora Fujimori, primera dama durante la dictadura de su padre y educada inescrupulosamente con dinero nuestro, tiene un entorno siniestro, una caterva de bandidos impacientes por volver al poder. Por ello su empecinado y cómplice silencio ante los cuestionamientos a sus allegados y asesores. Además, su negativa desesperada para que los temas de corrupción y derechos humanos, vitales en una elección presidencial, sean parte del debate el domingo próximo. Más claro ni el agua.

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