sábado, 7 de mayo de 2011

Los medios en su hora más lóbrega. Si durante la dictadura vendieron su línea editorial por los millones de dólares que la camarita del SIN registró para la historia. Ahora lo hacen motu proprio y gracias a la solvente billetera de las empresas mineras.

Este plan de aniquilamiento del candidato Ollanta Humala, el que ha ofrecido, entre otras cosas, cobrar impuestos a las sobre ganancias mineras, se inició despidiendo a ciertos periodistas acusados de humanizar al nacionalista y de no dejarse presionar por los dueños para unirse a su falaz comparsa, hasta luego vetarle (está por confirmar) un spot televisivo como en los años gloriosos de la mafia.

Lo curiosos de todo esto es que son estos medios los que le exigen al candidato mesura, respeto a la democracia, no patear el tablero, etc. Y es exactamente lo que ha venido haciendo, corregir verbalmente su programa, suavizar su discurso, firmar promesas, negar acusaciones y frenar miedos intencionados. Sin embargo, no les basta, hay que asesinarlo políticamente porque, por algún designio económico, no le creen. Así de sencillo.

¿Entonces cómo creerle a la candidata Fujimori sobre su pesar por los delitos de su padre, que no indultará a éste después de haberlo afirmado en un mitin que si lo haría, que no volverán a las andadas y asaltarán nuevamente al estado, y que no cerrarían un congreso que les puede ser complejo e inmanejable si todos los que acompañaron al dictador están en torno a ella? Revisemos la historia reciente y hallaremos la respuesta.

¿Cómo entonces apelar a la democracia como el logro máximo por la que exigimos respeto, si un grupo de empresarios mediáticos la vulneran y la estropean rompiendo los equilibrios que deben sustentarla? Una cosa es su opción política, comprensible y necesaria, y otra es usar el poder que ostentan como un arma para ultimar a un opositor político.

Lo más peligroso es que la impunidad e intolerancia con la que actúan estos grupos editoriales con sus periodistas navaja en mano, van a desatar, por la impotencia que sienten, la intolerancia de los afectados y luego, como siempre, tendremos titulares llamándolos violentistas, pro senderistas, ya lo sabíamos, y otras canalladas más.

Si el eje de una democracia es la libertad de expresión, una prensa pluralista y ecuánime, lo que están haciendo estos señores con sus medios va a contrario sensu de los principios que exigen a otros respetar y que ellos, poderosos y soberbios siempre, pisotean y les resbala lo que piensen y opinen los demás. Si esto es sólo la antesala, imaginemos nomás como sería una vez instalada en palacio si ganara la candidata Fujimori. Advertidos estamos.




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