sábado, 6 de abril de 2013

LOS MILAGROS DE ALAN


Alan García, el todopoderoso mandamás del aprismo, es todo hacedor de excepcionales milagros. Gracias a sus dos gobiernos atestados de corrupción aumentó ostensiblemente su patrimonio personal, también alentó a su partido a favor de la revocatoria contra Susana Villarán, intento que felizmente fracasó. Ahora sus adláteres salieron esta semana con brío y sin empacho a apoyar al fujimorismo en su insistente pedido para que el presidente Ollanta Humala indulte al condenado Alberto Fujimori sentenciado por delitos de lesa humanidad y robo al estado peruano.

La aparición de estos intérpretes alanistas exigiendo indulto fue en el contexto de otra curiosa campaña más orquestada para liberar al reo ex presidente. Primero apareció un achacoso Armando Villanueva sacado de una clínica para la circunstancia y declarar, en medio de su evidente mala salud, a favor de los designios de Alan. Luego, acostumbrados estamos ya, hizo nuevamente su aparición nada menos que el inefable cardenal José Luis Cipriani repitiendo su manido discurso fujimorista. Coronando el contertulio, apareció don Alan muy incómodo, exigiendo al presidente que defina su postura frente al indulto.

Si el condenado Alberto Fujimori no tiene cáncer terminal, razón fundamental para brindarle la gracia presidencial ¿Por qué la prisa y la exigencia de García? Y si la razón, negada por cierto, es que la depresión que padece (también la mayoría de reclusos lo sufren) desde hace años en su prisión dorada es la otra justificación para su liberación, entonces ¿Por qué él no lo indultó cuando era presidente? ¿Qué temores lo impidieron? ¿Qué cálculos primaron para evitarlo a pesar de su componenda con la bancada fujimorista? Cálculo. Simplemente cálculo político.

Alan García es un político ladino que no da puntada sin hilo. Indultarlo hubiera representado para él un peligroso pasivo para sus apetencias presidenciales en el 2016. Por eso le dejó la mecha encendida a Humala y le prometió: indúltalo y yo te apoyo. No tomó en cuenta que el actual presidente también tiene sus propios cálculos y eso lo hace impredecible. Entonces ¿Qué activó tan pronto esta “humana” solicitud. Sencillo, Alan García tiene mucho que explicar al país sobre los indultos y conmutaciones de pena dados bajo su mandato que son casi un milagro de bondad humana. Sospechosa e inmoral en muchísimos casos.

Durante su gobierno fueron indultados 232 sentenciados, muchos por delitos comunes, pero también a un violador y a varios corruptos. El más famoso y que fue revertido gracias a la prensa y la indignación nacional fue el de Enrique Crousillat. También conmutó penas a 5246 condenados, de ellos 3,207 estaban cumpliendo pena por tráfico ilícito de drogas, de los cuales 400 la purgaban en forma agravada. Pero el más paradigmático de estos gestos humanitarios de Alan fue la liberación del narcotraficante Cleto Carhuapoma, nada menos que jefe de acopiadores de droga del Vrae. Todo un angelito. Sin mencionar los otros perdonados que volvieron a delinquir y ahora son nuevamente inquilinos de los penales.

Se sospecha que existió una tarifa para acceder a la magnanimidad gubernamental. El régimen aprista fue una máquina de perdonar a delincuentes acreditados. Un tercio de las sentencias dadas por el poder judicial fueron enmendadas por el perdón presidencial. Todo un récord Guinnes. Propio de Alan que no acepta competencias desleales. Si él tan pío y rebosante de misericordia con corruptos, delincuentes irreductibles y capos del narcotráfico, nuevamente ¿Por qué no realizó un milagro más e indultó al violador de derechos humanos y corrupto Alberto Fujimori en tanto era presidente y tenía esa facultad orgullosamente aprovechada?



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