sábado, 10 de agosto de 2013
APLAUDIENDO LA
DERROTA
El cuarto puesto conseguido por
la joven selección nacional en el Mundial sub 18 de Tailandia ha desatado una
inesperada euforia pública. Todos, absolutamente todos han engrandecido este “lauro”, la prensa en sus múltiples
vertientes, políticos inescrupulosos, congresistas fantoches y hasta el
mismísimo presidente no perdió la oportunidad para tomarse la foto en Palacio
de Gobierno. Tengo la sospecha que las matadorcitas
están tan sorprendidas, no por el cuarto lugar conseguido, honroso, pero
cuarto, sino por lo abrumador que resulta tanto halago después de las soberanas
carajeadas que públicamente vocifera su entrenadora.
La historia no es nueva, lo mismo
sucedió con los no menos famosos jotitas
(ahora olvidados) de la selección peruana que clasificó para el Mundial sub 17
y quedó entre las ocho mejores. Una embriaguez nacional arrebató a los peruanos
alentados por la prensa irresponsable y por los vivales que se alistan para
medrar de la oportunidad. Impresionantes pronósticos futbolísticos para cada
uno de ellos, especialmente para Reimond Manco. Ahora nadie los recuerda, más
que por los escándalos de unos y la pérdida de su brío deportivo de otros.
En vez de felicitarlos
prudentemente reconociendo su esfuerzo, los abrumamos como si hubieran traído
la copa de campeonas. Y esa, lamentablemente, puede ser la semilla de su
posterior fracaso. No olvidemos como trata la prensa a las derrotas, en un
escenario en que estas chicas no clasifiquen para otro torneo internacional, entonces
toda esa euforia inicial se convierte en la peor de las maledicencias. Sucedió
con los jotitas y puede suceder
nuevamente con las matadorcitas. No
aprendemos de la historia.
Un país carente de triunfos
deportivos, y en el que el único logro extraordinario, repetido hasta la
saciedad minuto a minuto por todos los medios es nuestro raro crecimiento
económico sin freno, pero que lamentablemente el premio lo levanta solo un
grupo de suertudos empresarios, el resto es cuento conocido. Los alumnos
campeones mundiales de matemática, los ajedrecistas consagrados, nuestros
profesionales reconocidos como el matemático Harald Andrés Helfgott quien demostró
la conjetura débil de Goldbach, uno de los problemas más difíciles de las
matemáticas, tanto que estuvo 271 años sin solución, solo ocupan unas pocas
líneas en una sola edición.
No podemos vivir aplaudiendo la
derrota y olvidando ciertos triunfos que deberían enorgullecernos como país. La
manera irresponsable como divinizamos ciertos logros y como las abarrotan de promesas
que jamás cumplirán, solo servirá para neutralizar un proceso que debe tomar
años. Esperemos que a estas jóvenes jugadoras esta inopinada fama no los
paralice y luego las derrote. La prensa y los políticos tienen la obligación de
ser más cautelosos. Pero eso es como pedirle peros al olmo.
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