domingo, 25 de mayo de 2014

LA REGIONALIZACION EN DEBATE

Las recientes denuncias de corrupción a tres presidentes y sus funcionarios de los gobiernos regionales de Ancash, Tumbes y Cajamarca (el de Ancash con los agravantes de asesinatos, chuponeo, sicariato, etc.), han resucitado viejas voces centralistas ya silenciadas por algunos años. En un santiamén han empezado nuevamente a cuestionar el proceso de regionalización, y más aún, proclaman fervorosamente que ha sido un estentóreo fracaso. Y que la corrupción es producto inmanente a su génesis.

Los intentos de regionalización no son recientes en el país. El asunto es que jamás se ha planificado e implementado como un proceso de articulación nacional y democratización de los recursos y oportunidades en un país fracturado desde la conquista. Que contemple criterios históricos, culturales, económicos,geográficos, geopolíticos. Se proyectó, por el contrario, como una salida oportunista a los reclamos del interior profundo, cierto populismo, con mucha carga política partidaria y, como en este último intento que tenemos a duras penas, sobre la base de los añejos y desarticulados departamentos.

Entonces, se crearon las actuales regiones sobre la base de estructuras caducas. De las germinales juntas departamentales, que de acuerdo a la constitución de 1882 serían el germen de parlamentos federales con algunas atribuciones, pasamos en 1873 a los conocidos departamentos.Años más tarde, en 1919, fueron convertidos en consejos regionales para transfigurarlos en consejos departamentales en 1923 con cierta autonomía administrativa y económica. Alejandro Toledo aprueba la creación del actual sistema de regionalización sin nada novedoso ni cambio sustantivo que permita iniciar un verdadero y profundo proceso de regionalización.

Las fallas de origen en su diseño y concepción han hecho que estas regiones tengan las limitaciones que observamos. Junto a ella un marco jurídico ineficiente, la casi inexistencia de partidos políticos fuertes y organizados. Esto ha dado paso a movimientos con cacicazgos y reyezuelos regionales con poder.  Se enriquecen, reeligen, compran conciencias, justicia, padrinos, Etc. Por eso urge replantear el concepto de regionalización, rediseñarlas, optimar el sistema partidario, evitar la reelección inmediata e impulsar una mejor participación ciudadana. Si por la corrupción existente habría que desaparecerlas, entonces hagamos lo mismo con los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo. También a los municipios, la Policía Nacional y demás instituciones en la que impera una comprobada corrupción monumental.


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