sábado, 5 de julio de 2014
LA PARTITURA DE GOYO
Fue, sin lugar a dudas, el haber
dirigido la lucha contra la trasnacional minera Yanacocha por su afán de
ejecutar el proyecto Conga, lo que lo catapultó como un defensor de la
naturaleza de polendas, político en auge y un candidato presidencial en
ciernes. Además de ser un presidente regional con filiación política e
ideológica con nombre propio. Y no como muchos izquierdistas que se han
mimetizado en la pléyade de movimientos regionales y variopintos existentes. Se
ganó las simpatías de muchos, los odios empresariales con su prensa y de un
gobierno tránsfuga que urgía de este proyecto ante la crisis que se avecinaba.
Goyo, desgraciadamente, diseñó y
ejecutó una partitura que concibió de acuerdo a sus expectativas políticas
personales. Sin importarle acaso pelearse con la dirección nacional de Patria
Roja que estaba ávida de los recursos que el manejaba. De feroz defensor ecológico,
movió sus fichas apuntando a palacio de gobierno. Cuando las expectativas anti
Conga amenguaron y sus bonos políticos igual, tuvo que contentarse con lanzarse
a la reelección regional. Obviamente, la lucha contra la minera Yanacocha quedó
en el olvido. Ahora es resucitada desde su celda para defenderse de los cargos
de corrupción y levantar los ánimos.
Él sabía perfectamente que el
gobierno lo tenía en la mira. Por algo tuvo a la contraloría pisándole los
talones por mucho tiempo sin desenterrar aparentemente nada. Pero, la
corrupción, así como muchas de las actividades humanas, también ha mejorado sus
sistemas operativos. Ya no es la que sustrae directamente los recursos de los
presupuestos porque deja huella. Sino que funciona con empresarios-socios que
ejecutan las obras a cambio de una jugosa coimision. Un arreglo tramposo. Pero estos señores, para
cuidarse las espaldas, tienen la pésima costumbre de grabar sus conversaciones
y guardar documentos. Allí la hecatombe. Justamente estas son las pruebas que
le cayeron al gobierno como anillo al dedo para enviarlo a la chirona.
Ser un supuesto defensor de la
ecología e integrante de un partido de izquierda no hace a nadie
revolucionario. Los sinvergüenzas abundan en todos los frentes. Ser opositor
del gobierno y estar detenido con cargos de corrupción no hace necesariamente a
Goyo un perseguido político. Más aún cuando las evidencias afloran a medida que
se va hurgando. Sólo él deberá explicar sobre los depósitos a ciertas cuentas hechas
por un empresario, también su cercanía no ideológica ni política con otros
empresarios, como por ejemplo con el candidato al municipio chotano, cuyas empresas
familiares también han sido beneficiadas con obras por el gobierno regional de
Cajamarca. La contraloría debería también investigar estas operaciones. Las sorpresas
serán mayores y la partitura política de Goyo evidenciada. Ser un supuesto
defensor de la ecología e integrante de un partido de izquierda no hace a nadie
un revolucionario honesto.
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