viernes, 4 de febrero de 2011

Trágico el nivel alcanzado en la campaña electoral. Los candidatos, como en la peor fonda del lunfardo rufián y de puñalada traicionera, han empezado a despotricar de cada quien con talante avieso. Se olvidaron circunstancialmente de los pobres y sus ofertas. Y pensar que esto es sólo el comienzo.

Todo empezó cuando Toledo hizo unas propuestas interesantes acerca del aborto, las drogas y la unión homosexual. Lamentablemente tuvo que desdecirse, como siempre, acosado por sus adversarios y los fundamentalistas de la iglesia encabezados por Cipriani. Entonces, vino el chairazo artero de quien menos lo esperaba, el siempre sobrio San Román lo acusó de gobernar coqueado mientras que Kuczynski, por entonces su ministro preferido, trabajaba 16 o más horas diarias.

Luego la segunda escena de esta tragicomedia llegó de inmediato, el corte de pelo de Castañeda y Keiko para un examen toxicológico insinuando que ellos no consumen cocaína y que el ex presidente sí, por lo tanto se encuentran calificados para gobernar. Castañeda tiene mucho que aclarar sobre el caso Comunicore y Keiko se olvida de los narcoaviones y las eterizaciones forzosas de la era de su padre. Lo que deberían hacerse todos los aspirantes es la prueba de la honradez. Seguro desaprobarían por goleada.

La tercera parte del show llegó de inmediato, escuderos y tránsfugas adquiridos por Solidaridad Nacional, imitando a su jefe, continuaron con la payasada del corte de cabello para la malhadada prueba, que lamentablemente sólo demuestra la ausencia absoluta de docencia política en todos estos grotescos aspirantes.

Este curso de colisión en que se encuentran los candidatos pro sistema es sólo una farsa con un propósito definido, evitar olímpicamente debatir sobre asuntos trascendentales para los peruanos: Corrupción, educación, pobreza, inversión extranjera, contaminación, distribución de la riqueza, modificación de la Constitución fujimorista.

En tanto a Ollanta le reabren el caso Madre Mía para continuar suavizándolo. Castañeda no sabe cuánto le costará traer a J.J. Rendón el rey de la difamación y especialista en ensuciar campañas a toque de rumores en el ciberespacio. No olvidemos a los chuponeos que también tienen un papel cardinal en este sainete. Lamentablemente tenemos diatribas y bufones para rato.

Lo curioso es que mientras los candidatos ensalivan para injuriarse, el Ejecutivo se zambulle otro festín, acaba de promulgar unos Decretos de Urgencia con el que pretende, (Alan no aprendió la lección de Bagua) ejecutar 33 proyectos exonerándolos de todos los trámites de control medio ambiental y otros filtros. Y para el colmo de la sinvergüencería, uno de esos proyectos favorece directamente al ministro de economía dueño de la empresa agroindustrial Lanchas S.A que recibirá agua de un trasvase de la Cuenca Rio Pisco-Rio Seco. Un clarísimo conflicto de intereses y un acto más de corrupción de su majestad don Alan.

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